ViCTOR


- Hace 17 años solía vivir en un pueblo de Oregón City con mis padres, iba a la escuela por las mañanas mientras ellos trabajan en una empresa de lácteos que distribuía a varias localidades de la ciudad. Realmente no solía hacer cosas interesantes, pero puedo decir que amaba estar allí, viviendo ese estilo de vida que parecía ser normal y tranquila
algunos días cuando ambos llegaban del trabajo, discutían por cualquier error que uno de los dos cometía durante su día laboral, mamá solía alterarse y le gritaba a papá fuerte para que se callara y dejará de decir estupideces. Cuando eso ocurría, de prisa llamaba a Jay para que me recojiera y fuéramos por pinchos de carne y tocineta que vendían fuera de una panadería en la calle 6-7 del pueblo, entonces, entonces el miedo se calmaba. Jay Dembert era un chico que estudiaba en la misma escuela, por desgracia no en el mismo salón pero aún así nos volvimos muy cercanos y terminamos siendo mejores amigos. Jay, solía calmar mis miedos, miedos que se reflejaban con cada discusión de mis padres. 

La última vez que Víctor vió a su mejor amigo Jay Dembert fue en su cumpleaños número 17, el día después murió su padre de en un accidente de autobús y su madre se vio obligada a mudarse de allí y construir una nueva vida lejos de Oregón. Se marcharon a New York, por suerte su madre logro conseguir un puesto de trabajo rápido y se establecieron en menos de un mes, aún así sus vidas empezaron a ser muy diferentes. Víctor no solía hablar casi con su madre y ella parecía estar muy ocupada en su trabajo como para intentar formar una conversación, la universidad no parecía ser muy útil para distraer a Víctor, no podía dejar de pensar en lo que había dejado atrás. Perdió la comunicación con Jay, no volvió a saber más nada de él, ni siquiera el hizo el intento de al menos comunicarse con Víctor. Quizás, la amistad que se creó en ambos no era realmente verdadera como para seguir hablando después de mudarse... Un jueves por la tarde mientras Víctor veía televisión en la sala del apartamento, la puerta se habré y unas bolsas que parecían ser mercado, caen en la alfombra de la entrada.

:- ¡Víctor! Ven!, Ayudame.

Entonces se levanta del sofá y de inmediato se dirige a la entrada a ayudarle a su madre con las bolsas de mercado que traía.

Víctor:- ¿Trajiste el cereal que te pedí Cristin?.
Se quedó inmóvil por unos segundos, volteo con una expresión de preocupación y responde. :- oh!, Víctor, lo lamento, sé que debía comprarte tu serial pero se me ha olvidado. Te daré mí tarjeta de crédito y puedes ir por él y otras cosas para ti, si quieres.

Víctor:- Cristin, hay que hablar sobre esto, nada está bien.

Cristin:- ¿A que te refieres?.

Víctor:- a esta familia.

Cristin:- Víctor... La muerte de tu padre ha sido un un fuerte golpe para ambos, créeme, entiendo si te sientes destruido y quiero que sepas que estoy acá para escucharte.

Víctor:- es que no solo se trata de la muerte de papá. ¿Realmente teníamos que mudarnos de Oregón?, Por qué yo tenía una vida allá.

Cristin:- Víctor, no me sentía muy bien allá, cada segundo en esa casa y en las calles del pueblo... Sentía que mí mundo se venía abajo con los recuerdos de tu padre. ¿A caso no sentías lo mismo?.

Víctor:- ¡¿lo mismo?!. Cristin, creo que jamás voy a poder sentir lo mismo que ustedes y tú... Tú jamás podrás saber lo que yo siento.

Esa tarde Víctor se marchó de su casa y no volvió hasta la media noche. Entró a su habitación y tomó su teléfono, tenía 11 llamadas perdidas de su madre y 1 solicitud de amistad en Faceback sobre un usuario llamado "30Majay". De inmediato la abrió y reviso su perfil, se trataba de Jay Dembert, había visto sus mensajes después de mucho tiempo y solo recibio uno de su parte diciendo.

Jay:

¡Ey! Supe lo de tu padre, espero y estés bien donde quieras que estés Víctor.

Ni siquiera pudo terminar de leerlo antes de que sus lágrimas empezarán a correrse por toda sus mejillas y bajarán hasta la barbilla. Víctor en ese momento sintió que al menos había alguien en la tierra que sí pensaba en él en cualquier momento, no importaba si estaba pareciendo ser tarde para él, alguien estaba allí queriendo saber si el estaba bien o si estaba mal. Su madre entró a la habitación y vio que estaba recostado en el suelo junto con su teléfono aún lado en el suelo y un cigarrillo a medias que aún soltaba un poco de humo, estaba dormido, su rostro estaba semi húmedo de lágrimas. Cristin tomo una sábana y cubrio su cuerpo hasta el cuello para que el frío no lo despertara en lo que iba de la noche.

- Al día siguiente de esa noche, Cristin decidió hablar conmigo sobre lo que sentía despues de mudarnos a New York, le dije todo, dije que Jay se había convertido en alguien muy especial para mí y que nunca hubiese querido mudarme lejos de donde estuviese él. Mi madre ni siquiera podía mirarme a los ojos cuando hablamos, sentía culpa por nunca haberme preguntado lo que realmente queria yo, aún así le dije que también entendia su situación pero que ambos debíamos estar juntos y superarlo de alguna forma. Por un momento, sentí que las cosas se habían arreglado... Respondí al mensaje de Jay esa noche, le dije que no se preocupara, que todo iba bien poco a poco y que extrañaba mucho pasar tiempo con mí mejor amigo. También quise pedirle disculpas por no haberle avisado que me vendría a vivir a New York, pero no fue mi culpa pues la decisión fue de mí madre. Dos años después mí madre empezó a sufrir de sus pulmones, no podía respirar muy bien, estuvo en coma por 6 semanas hasta que falleció, no tenía ni la menor idea de que hacer... Podía sentir una sensación de cómo se estaba acabando todo para mí lentamente, primero mí padre, me aleje de Jay y luego la muerte de mí madre. Solo éramos ella y yo, no solíamos compartir con más nadie, el tiempo que llevaba en la universidad no conseguí poder enamorarme de alguna chica y eso... Eso me dejaba en claro que había algo mal conmigo, quizás no estaba destinado a poder contar alguna historia bonita sobre mí, todas las que llegaría a contar iban a ser así, con finales traigicos de mierda. Llamé a Jay despues del fuenral de Cristin, le conté sobre lo sucedido y no podía creerlo, intento calmarme por un momento... Pero, realmente, no ayudo en nada. 

- Nada parecía ser suficiente en ese entonces, mí buen futuro como abogado no era un remo para seguir, Jay, Jay estaba lejos y yo aquí, en un jacuzzi, sosteniendo un cigarrillo... Pretendiendo que debo seguir y superarlo solo de alguna forma, al menos eso hubiese querido el Víctor que estaba vivo.


final.





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